Acabo de recibir de mi familia asturiana recuerdos de la tierra y unas herramientas artesanales junto a la muestra de aperos de labranza que utilizaba Manolín del Auteiro, mi abuelo, que según me contaron todos los que le conocieron era un hombre del pueblo, habilidoso, servicial y solidario de la aldea de Villar de Tejón perteneciente al Concejo de Belmonte de Miranda.
Con este entrañable emotivo rindo homenaje a todas las familias agricultoras, siempre olvidadas, que con su trabajo y dedicación en las labores del campo sacaron adelante la economía de España durante más de la mitad del siglo pasado.
Me he convertido en un adepto simpatizante de ciertos programas de TV españolas que estimulan el trabajo del campo, como uno que se llama Vuelvo al Pueblo.
ResponderEliminarA pesar de sus vidas austeras son realmente más felices que los que vivimos en grandes urbes.
Abrazos.