Mujer recia.Mujer brava de sabiduría innata que apenas había ido a la escuela. Sus ojos vivarachos parecían salirse de la cara. Te escrutaba con su mirada. Su voz era directa con mando. Era guasona le gustaban los chascarrillos. Organizaba la casa. Atendía la hacienda. Cuidaba de los hijos, del marido, de su padre y si había que poner a algún intruso en su sitio no dudaba en hacerlo.
Esa mujer un día vio un reguero de sangre a la entrada de la fuente y contracorriente encontró un niño desangrándose. Ese niño era yo su sobrino. Me había caído del corredor de una panera. Me cogió, me curó y me salvo la vida. Ella siempre me decía palabras sabias cuando por los veranos iba al pueblo de vacaciones.
Cayó enferma y tuve la oportunidad de poder ir a verla al hospital, cuando me acerqué a su cama alguien le comentó: está aquí tu sobrino José Mari y ella contestó con cierto esfuerzo y palabras débiles: “José Mari el alma de la familia”.Fueron las últimas palabras que le oí decir.Palabras profundas que desde luego al alma me llegaron y que nunca olvidaré.
Era Celsa la de Guerra ese era el mote que heredó de mi abuelo y que hasta su muerte lo ejerció con soltura y dignidad.#chemaesarte