Cuando llegué era media tarde entré en la
residencia saludé al portero y subí a la habitación. Dejé la maleta me cambié de ropa y bajé a conocer el ambiente que rodeaba aquel entorno. Era un lugar inhóspito en el que nunca había estado, hacía frío, la brisa del mar se agradecía, reconozco que el profundo silencio me sorprendió. ¿Para que había venido yo a ese lugar?
Empecé a caminar hacia la playa de pronto al
atravesar el jardín la fuente me sorprendió. Me dí cuenta de que el cántaro estaba lleno de
esperanzas y en el agua se reflejaban los
deseos olvidados. Había venido a compartir
sueños, inquietudes y también a encontrar lo
deseado. Que iluso.