JUSTO SOTELO
Mientras me tomo el primer café de esta bella mañana de primavera, voy a escribir un cuento. Ya decía mi madre que siempre he tenido mucho cuento. Ayer me fui a pasear por la Sierra de Gredos y comí en Piedralaves, un pueblo muy bonito en el Valle del Tiétar, al pie de la sierra. Era martes y me había citado con mis amigos tertulianos a las 18.30. Esta tertulia ha cambiado de día y de hora varias veces y al final se ha quedado así porque un año no pude cambiar mi horario de clases en la Universidad. Sobre las 18.25 me conecté a Zoom y en la pantalla me encontré a algunos amigos; en seguida se incorporaron otros cuantos. Empezamos a hablar de ese "vacío existencial" que te queda después de terminar un libro y publicarlo, quizá comparable, "mutatis mutandi", al parto de una mujer. Se suscitó un debate sobre este asunto entre Javier y Mariwan que se extendió con V. Funes a la edad en que un niño debe empezar o no a leer, y que hora y media después completó Mariola, que trabaja en la biblioteca de un colegio mexicano. Mientras un niño quiera que sus padres y sus maestros le cuenten un cuento, existirá la literatura, algo que tiene que ver con lo que Chema nos contó desde Tenerife tocando la guitarra: https://www.youtube.com/watch?v=jF7GkSYkkVM. Fuimos saltando de un tema a otro siempre con la literatura como centro del debate. Mirta nos leyó desde Italia poemas que ha traducido de Alfonso Brezmes. Emma y yo hablamos de Sirat, la última e irregular película de Oliver Laxe. Antonio se refirió a los edificios que ha entregado a lo largo de su vida, Francisca a una de las grandes novelas del siglo XX, "The Manhattan Transfer", de Dos Passos, Presina, Almudena e Isabel dejaron sus opiniones sobre el hecho creativo. Peter aludió a Vargas Llosa y su tesis sobre García Márquez, y en cierto momento V. Funes se puso a analizar mi novela "Poeta en Madrid" y nos comentó que debería llevarse a un teatro, pero le dije que habláramos otro día de ella.
La vida es algo así como una película de Woody Allen en Manhattan o cualquier ciudad del mundo donde eres feliz:
https://www.youtube.com/watch?v=4WNk4ukxGsY
CHEMA MENENDEZ
Un viaje, un libro, una película.
Dedicado a los amigos de la tertulia literaria.
El pasado 15 de mayo fecha de mi cumpleaños tuve la ocasión de ilustrar mi primer soneto para que definiera esa historia que uno recuerda y trata de llevar a cuestas.
Viaje a Fuerteventura.Visita a la Casa Museo de Miguel Unamuno.
Algunas de las perlas que rescaté de las muchas distribuidas a lo largo de su aposento.
“Mi objetivo es agitar y molestar a la gente. No estoy vendiendo pan; estoy vendiendo levadura.”
Fuerteventura. Miguel de Unamuno.
Durante los primeros días, Unamuno reflejó esta opinión en sus primeros artículos escritos en la isla, describiéndola como:
“Esta infortunada, donde entre la apacible calma del cielo y del mar escribo este comentario, mide en lo más largo, de punta Norte a punta Sur, cien kilómetros, y en lo más ancho, veinticinco. En su extremo Suroeste forma una península casi deshabitada, por donde vagan, entre soledades desnudas y desnudeces solitarias de la mísera tierra, algunos pastores.”
Unamuno vivió durante cuatro largos meses en esta isla, y su estancia fue considerada como un fracaso del Gobierno, pues el escritor no estaba dispuesto a que el Dictador y los partidos extremistas le quitaran lo que más tarde se consideró como una fuerte aventura quijotesca.
Ahora bien, su vida durante el tiempo confinado, casi se puede reconstruir día a día, gracias a las confesiones en formas de verso y prosa que escribió durante los primeros meses de destierro, que más tarde añadió en su obra "De Fuerteventura a París (1925)" en el que desarrolló su historia a través de 103 sonetos entre ellos había dos que mostraban la misma preocupación, la del envejecimiento.
Esta referencia y el interés por el estudio de la literatura me llevó a trabajar sobre el soneto 79 que así denominaría yo al soneto de mi aniversario en el que pondría de manifiesto la historia a través del video y una fotografía de color sepia.
El paso del tiempo, el metrónomo, Estudio de guitarra de Fernando Sor(1778-1839), el oleaje en el Atlantico, huellas de la infancia y adolescencia, vida laboral y actividades de la jubilación, el arte en la pintura, guitarra clásica. Al final , la calma.
Esa es la historia que define mi soneto cuyo enlace muestra nuestro querido Justo Sotelo.