Queridos amigos iniciamos el camino para subir los peldaños
del nuevo año y sin duda encontraremos
en el transcurso del tiempo aspectos que nos animaran a seguir dando
sentido a la vida y a sentirnos felices que de eso se trata en el pasar del
momento.
Está claro que estamos inmersos en una sociedad distinta a
la que nos habíamos acostumbrado y en estos momentos necesitamos que todos nos
unamos y colaboremos, para ayudarnos, los que están sanos y los enfermos, los
que trabajan y los que están jubilados, los niños, los jóvenes y los mayores
todos estamos obligados a contribuir
con nuestras aportaciones por muy pequeñas que nos parezcan.
A las personas mayores afortunadamente les quedan muchos
años de vida y estos años tienen
que servir primero para cuidarnos física y mentalmente y a continuación para
ser útiles a la sociedad y en consecuencia aquellos que se sientan con fuerza y coraje deberán tener y
exigir el protagonismo que hasta ahora la administración les esconde.
No debemos olvidar que el transcurso del tiempo no nos
cambia ni nos da más experiencia, somos nosotros los que con nuestro esfuerzo y
perseverancia hará que cada vez los mayores sean el baluarte de la
sociedad para que juntos con
nuestros jóvenes consigamos que no solamente nuestros jubilados dispongan de lo
necesario para que su vida sea larga y de calidad sino para que las
generaciones futuras tengan también derecho a ello y puedan disfrutarlo.
Siempre estaremos dispuestos al sacrificio con la esperanza de que nuestros descendientes puedan disfrutar de mejor vida. Pero no podemos correr riesgos ni lo queremos. Eso nos evita el que avancemos , no deprisa, pero tampoco tan lento.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos los que hacéis los comentarios aunque si me gustaría conocer a los anónimos al menos su nombre, de todas maneras la recompensa que me dan vuestras palabras me satisfacen y me llegan al corazón.
EliminarVeo que el nuevo año te ha encontrado con las pilas cargadas. Me alegro mucho. Yo tampoco he tirado la toalla, ni pienso hacerlo; quizá sea la toalla la que me tire a mí, y trate de amordazarme para hacerse notar, o quizá trate de erigirse en mi sudario para acompañarme en mi última aventura y entonces me diga: «¡Bruto, más que bruto, ¿por qué no me tiraste? Yo estaba allí, a tu lado.» Y es que según parece todos tenemos una toalla que nos acompaña, pero los recalcitrantes, los cabezotas, no la vemos. ¡Que Dios nos conserve la voluntad!
ResponderEliminar(Esteban).
Gracias Esteban por tu participación.
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