Siempre he valorado mucho el trabajo manual, de hecho mis primeros estudios estuvieron relacionados con la formación profesional. Durante el primer curso aprendí a conocer las tareas de la mecánica y a interesarme de mis compañeros que manejaban el torno, la fresadora y todo tipo de herramientas. Posteriormente terminé la Maestría Industrial en Electrónica. En aquellos años la electrónica era artesanal se usaba el soldador y el estaño para enlazar las resistencias, condensadores y bobinas que con las válvulas (lo que más tarde serían transistores) se llegaba a construir un superheterodino así se llamaba entonces a la radio.
A lo largo de mi jubilación junto con la jardinería, realicé trabajos como alfarero me resultó muy gratificante el contacto con el barro para elaborar distintos objetos.
El trabajo del alfarero refleja y simboliza la historia primitiva del ser humano y a la vez supone un vínculo con la naturaleza.
Al fondo herramientas para trabajar la madera que utilizaron mis antepasados.
Como cierre a este comentario quiero poner de manifiesto esta pregunta que da para pensar.
¿Por qué el trabajo manual es una de las condiciones necesarias para la verdadera felicidad?.
Esta pregunta se la hizo el escritor Romain Rolland a León Tolstoi que parece ser sabía mucho de ello dada su experiencia, sus conocimientos, el lugar y la época que vivió.
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